La cosa

Unos días antes de que empecemos a hablar sobre la cosa, estaba leyendo Los condenados de la pantalla de Hito Steyerl. En un capítulo llamado “Una cosa como tú y yo” dice: “Al escribir sobre los surrealistas, Walter Benjamin subraya la fuerza liberadora que anida en las cosas. En el fetiche mercantilizado, las pulsiones materiales se intersectan con el afecto y el deseo, y Benjamin fantasea con movilizar estas fuerzas comprimidas con el fin de despertar "lo que se va marchitando" para acceder a estas fuerzas. También piensa que las cosas podrían 
hablar las unas con las otras por medio de estas fuerzas.La idea de participación en Benjamin -una interpretación parcialmente subversiva del primitivismo de comienzos del siglo xx- afirma que es posible sumarse a esta sinfonía de la materia. Para él, los objetos modestos e incluso los abyectos son jeroglíficos en cuyo prisma oscuro las relaciones sociales yacen congeladas en fragmentos. Entiende que son nodos en los que las tensiones de un momento histórico se materializan en un relámpago de la conciencia o son forzadas a la forma grotesca del fetiche mercantil. Bajo esta perspectiva, una cosa no es nunca meramente un objeto, sino un fósil en el que una constelación de fuerzas se ha petrificado.”
Quería que la cosa sea lo que surge en mi mirada diaria. Pensé en sacarle fotos a mi computadora que es la cosa con la cual mis manos están más ligadas, pero me pareció algo complejo poder afectivizarla en una foto. Después miré un poco lo que compone mi casa y vi el florero que siempre anda dando vueltas, en realidad yo lo voy moviendo sin darme cuenta. La cosa estuvo guardada hasta hace unos años en un mueble de mi abuela junto con toda la “producción” de cristales tallados que hacía mi abuelo en su fábrica. Pero me causa gracia que durante estos años yo me fui robando las copas y vasos de su encierro. Las saco y las pongo en circulación, algo del orden de lo que decía Benjamin: la sumo a la sinfonía de la materia que compone mi casa. La mayoría de las veces les pongo flores aunque no estuviesen diseñadas para tal uso. La cosa va sumando estas capas de distintos modos de uso, lugares en los que estuvo, personas que la miran y la tocan. En este sentido es cierto que  condensa toda una constelación de fuerzas, no petrificadas, sino en movimiento con lo que va sucediendo. 
La nostalgia no forma parte de mi encuentro con estos objetos. Mas bien miro como la vida va dejando estos signos materiales donde se condensan flujos históricos y también singulares. 
Al principio tenía ganas de mirar a la cosa como parte de las otras materialidades con las que se toca. Como muchas veces suele estar en mi mesa de luz que es de madera me pareció un buen lugar para retratarla. Decidí jugar con la luz de una vela porque me gusta la oscilación de la luz, pero quizás no era la forma preferible de iluminar para un primer trabajo y las fotos quedaron muy oscuras (en el momento no me di cuenta del grado de oscuridad. 


Probé con las distintas cosas que forman parte de mis robos. Esta foto está tomada a un espejo que hay en mi cuarto donde se reflejaba mi mesa de luz. Creo que hay algo del reflejo que le agrega algunos destellos y los contornos se borronean un poco. 





Después empecé a ser una serie donde incluía a mi mano que quedó aun mas oscura y me costaba mucho hacer foco. Me pareció que si aparecía mi mano mostraba algo de este robo o esta puesta en circulación después de su encierro por años. 

Un poco triste con luz de la vela acudí a La Luz "natural" y a una vitrina que hay en mi casa donde guardamos objetos absurdos. Es toda espejada y el verde que refleja de mi jardín ilumina todo de un modo que me gusta. 




Luego agrego la luz de un velador 


Detrás de escena de las fotos con vela:




Detrás de escena de las fotos en la vitrina (es un baño)